La Convención sobre el Comercio Internacional de Especies en Peligro de la fauna y la flora salvaje (CITES son sus siglas en inglés) celebró la Cumbre Africana del Elefante en la ciudad turística de Kasane, en el norte de Botsuana. Se reunieron representantes de 19 países (China incluida), 9 organismos intergubernamentales y 10 ONG en una gran conferencia para salvar a los elefantes de África.
Organizada, conjuntamente, por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) y el Ministerio de Medio Ambiente, Vida salvaje y Turismo de Botsuana, esta segunda Cumbre Africana del Elefante trataba de revisar el progreso logrado en la implementación de las 14 medidas urgentes que se adoptaron en la primera edición, la de diciembre de 2013, celebrada también en Botsuana pero en su capital, Gaborone. Según Elias Magosi, portavoz del Ministerio botsuano de Medio Ambiente, el propósito de este encuentro es garantizar compromisos “al más alto nivel para proteger, de forma efectiva, a los elefantes”.
Avances en el este, retrocesos en el centro
En 2014, la población africana de elefantes siguió disminuyendo, a idénticos niveles que en 2013, a causa de la caza furtiva, cuyos niveles de matanzas ilegales — se calcula que entre 25.000 y 30.000 elefantes son abatidos cada año— siguen superando los del crecimiento natural de la especie. “Podrían desaparecer, en estado salvaje, de aquí a veinte o, incluso, diez años si las tendencias actuales continúan”, afirma el investigador con base en Estados Unidos, Dune Ives. “En cinco años, podríamos perder la oportunidad de salvar a este magnífico e icónico animal”.
Actualmente, habría unos 420.000 ejemplares en todo el continente: un 55%, en África del Sur, un 28%, en África del Este y, un 16%, en el África central. La zona donde más ha disminuido el número de estos paquidermos es África del Este, donde apenas quedan 100.000. Sin embargo, John Scanlon, secretario general de CITES, habla de “señales esperanzadoras” en esta zona del continente; como la que tuvo lugar el pasado viernes, 20 de marzo, cuando, para desalentar a los furtivos, las autoridades etíopes quemaron seis toneladas de colmillos y objetos de marfil que se habían confiscado a lo largo de los últimos veinte años. En los años setenta, Etiopía tenía más de 15.000 elefantes; hoy, solo tiene 1.900. Destrucciones ejemplares como esta se han venido realizando, los últimos años, en otros países africanos, como Kenia o Gabón.
Sin embargo, en África occidental y central, queda mucho por hacer. La celebración de la cumbre coincidió con funestas noticias procedentes de Kinshasa (República Democrática del Congo) según las cuales cazadores furtivos mataron a 30 elefantes las pasadas dos semanas en el Parque Nacional de Garamba, al nordeste de RDC. Según Lamine Sebogo, responsable del programa para la conservación de los elefantes en África de la organización WWF (World Wildlife Fund), “los elefantes de los bosques del África central son las principales víctimas y nos arriesgamos a perder esta especie única si los esfuerzos no van más allá en toda la cadena de tráfico del marfil”.
Codiciado marfil
Los elefantes son asesinados por sus colmillos, que luego convierten en joyería o en piezas de arte. Los cazadores furtivos suministran este marfil, ilegalmente, a Asia, sobre todo, a China. Normalmente, el marfil viaja desde Kenia y Tanzania a países como Malasia, Vietnam y Filipinas, antes de llegar a venderse en China y Tailandia. Si bien, los furtivos suelen vender el marfil a cien dólares el kilo (92 euros); más adelante, cuando se vende en China, el kilo puede alcanzar los 2.100 dólares. Sabiendo que un solo elefante puede suponer diez kilos de marfil, se entiende el interés económico de estas matanzas.
En esta Cumbre Africana del Elefante, el ministro botsuano de Medio Ambiente, Vida salvaje y Turismo, Tshekedi Khama, arremetió contra el gigante asiático declarando: “Queramos o no, el factor determinante y el resultado final está totalmente en manos de China”. Según AFP, el delegado chino presente en la cumbre se defendió alegando que su país estaba siendo injustamente señalado cuando está realizando esfuerzos contra la caza furtiva en África.
Igualmente, el experto en safaris del diario británico Telegraph, Brian Jackman, afirmó: “El futuro del elefante depende, por completo, de convencer a los chinos (y, en menor grado, a otros países orientales como Tailandia y Vietnam) de parar este comercio ilegal que solo compra la gente rica y que nadie necesita realmente”.
No solo ellos
Los elefantes no son la única especie amenazada. “Hace 25 años, 200.000 leones deambulaban por el continente africano. Hoy, esta cifra se ha “encogido” hasta los 20.000, de los cuales solo 3.500 son machos adultos. Y los números siguen cayendo”, sentenciaba Jackman. Por otro lado, en Estados como Sudáfrica o la propia Botsuana (con más de 200.000 ejemplares), el elefante ha sobrevivido mejor que en los países africanos del norte porque los cazadores furtivos están concentrados en matar rinocerontes, cuya protección también ha ocupado un lugar relevante en la agenda de esta cumbre. El año pasado, solo Sudáfrica perdió 1.215 rinocerontes por culpa de la caza furtiva. En los mismos países asiáticos que compran los colmillos de los elefantes, los cuernos de los rinocerontes, empleados en medicina tradicional, valen más que su peso en oro.
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