El eclipse que se espera este viernes podría suponer un importante desafío para la producción de energía en Europa, puesto que el continente nunca antes había dependido tanto de la energía solar. Además, el fenómeno puede ir acompañado de cambios en la dirección de los vientos.
Como resultado del oscurecimiento del sol, en Europa se espera una disminución del 75% de la producción de energía generada por paneles fotovoltaicos, comunica el sitio informativo Extreme Tech.
Además, será la primera vez que un eclipse afecte el funcionamiento de las redes eléctricas, y lo hará sobre todo en Alemania, que dejará de producir 39 gigavatios, la mitad de la energía fotovoltaica generada en Europa. Asimismo, también se notarán las repercusiones del eclipse en Italia (19,7 gigavatios menos) y en España (6,7 gigavatios).
La red europea de gestores de sistemas de transmisión de electricidad, el organismo que se encarga de abastecer al continente de energía, comunicó que se estaba preparando para los desafíos de este viernes y destacó que hará todo lo posible para atenuar los cortes de suministro.
Sin embargo, no descartó la posibilidad de percances, es decir, que pueda haber apagones, aunque subrayó que la entidad lleva varios meses preparándose para el 20 de marzo.
La organización asimismo informó que estas interrupciones en el suministro podrían afectar de forma indirecta a todos los países europeos debido a que todas sus redes están interconectadas.
La última vez que se pudo observar un eclipse de las mismas dimensiones fue en 1999, pero entonces se generaba mucho menos energía solar. En 1999 solo un 0,1% de la energía renovable procedía de las placas fotovoltaicas.
Actualmente la cifra se ha incrementado hasta constituir un 10,5% de la energía verde. De este modo, el evento de este viernes pondrá a prueba la capacidad de producción eléctrica de Europa. Pero el eclipse no solo tendrá repercusiones energéticas.
Hay otros fenómenos que pueden estar asociados al fenómeno. ‘Daily Mail’ recuerda, por ejemplo, los extraños vientos que notaron los habitantes de Norfolk, en el Reino Unido, cuando la Luna cubrió el Sol en 1999. Los científicos han comentado que aquel acontecimiento conllevó una reducción de las temperaturas de hasta 3 ºC y que la dirección de los vientos se alteró en 17 grados.
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